EL ANGAR DEL PORRON MILENARIO

 
             

   
 
 

viernes, octubre 01, 2004

 
EL SEÑOR DE LOS PEPINOS

Vaya, a vuelto a pasar, otro día con agujetas de tanto reír, aish

Esta mañana no entraba nadie en la tienda. La dependienta estaba en el mostrador limpiando la plata, toda concentrada ella, y de pronto entro el señor Sebastià. Con un estentóreo grito la saludo, mientras ella del susto que se pego casi perfora el techo.

- Hola a tots. Que està la mestresa? - (traducción: Hola a todos. ¿Que está la dueña?)
- No, no está ahora
- Vaya, pues yo le traía algunas cositas

El señor Sebastià es un señor de unos setenta años, jubilado ya, que se pasa el día en su huerto cochambroso. Después de trabajar en el, se dedica a repartir el fruto de su esfuerzo a familiares y conocidos, ya que él jamás se podría comer todo lo que cultiva (aunque con la pinta de langosto que tiene, ya bien podría).

Con su típico carácter de pueblo, afable pero bruto, el señor Sebastià empezó a enseñarle las "cositas" a la dependienta. Y después de hacerlo, las dejaba encima del mostrador.

- Mira que pepinos
- Oh, muy bonitos, pero no los deje en el mostr...
- Y Mira que nabos!! Rojos y fuertes.
- Si, si, preciosos. Pero no los deje aquí encim...
- Y que me dices de los repollos!! Sin ningún bicho, todos enteros, y mira que compactos
- Señor Sebastià, por el amor de dios, aquí no los deje, señ...Albert!! Ven!!

Al oír el grito de auxilio, me dirigí donde estaba ella. Cuando llegué al mostrador, me lo encontré lleno de hortalizas. Rápidamente intentamos recogerlo para que no estorbase, Pero el señor Sebastià extraía hortalizas a la velocidad de una máquina lanza pelotas de tenis. Para ganar tiempo en la recogida, yo saqué algunas bolsas de la tienda, y empecé a llenarlas de pimientos morrones, ajos, judías, etc., etc..

Al final el señor Sebastiá paró de sembrar en la tienda, y entre risotadas y aspavientos se marchó. Justo salir él, la tienda se llenó de gente y empezamos a despachar.

Ya por la noche, entró un señor en la tienda. Llevaba una bolsa nuestra que dejó encima del mostrador. Se nos quedó mirando y empezó a sacar pimientos de ella. Nosotros alucinando en colores. Y mientras los iba sacando, nos decía.

- Me parece que esto no es el collar de mi señora
- Uiiggg,jejeje, me parece que no, espere un momento, jejeje

Entré raudo dentro del taller y empecé a preguntar quien había repartido el encargo del collar. El hijo del dueño levantó la mano y me dijo

- Yo!!
- ¿Que bolsa has cogido?- medio tartamudee yo
- Coño, esta que estaban en este rincón, donde dejáis los encargos
- Coj,coj,coj - empecé a toser yo
- ¿Pasa algo?
- Esta no era!! So bruto. Ay mi madre

Fui a donde estaba el encargo real, salí pitando a la tienda, y me disculpé de todas las formas habidas y por haber...mientras la dependienta tenía espasmos de aguantarse la risa. Cuando se marchaba ya con su collar, al hijo del jefe se le ocurre decir

- Pero llevese también los pepinos!! Es un regalo.
- No, no, gracias, no nos gustan los pepinos- respondió el cliente

Uiiiggg, casi lo mato. Pero weno, que se vamos a hacer, Igualada es un puto pueblo.



albert - 14:43

 

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