EL ANGAR DEL PORRON MILENARIO

 
             

   
 
 

miércoles, septiembre 15, 2004

 
CACHEANDO PIOLINES

Este fin de semana he estado en la feria de Madrid, pero no como visitante, sino como expositor. Poder ver la feria desde la otra perspectiva es apasionante. Cuando llegas por la mañana, antes que empiece la entrada de visitantes, impresiona ver los miles y miles de personas que llegan por todos los medios imaginables. Riadas de gente se cuelan por las puertas del edificio y se esparcen por los interminables pasillos. Todos histéricos, todos con sus atuendos impecables, y la mayoría cargados hasta las cejas de todo tipo de utensilios.
Cuando entré yo, tenía a mi lado un Piolín gigante corriendo como un loco, con una impresora en las manos, y soltando tacos. En una de los controles de seguridad, el piolín se atrancó en el arco detecta metales. Como veíamos que no conseguía pasar, los que estábamos cerca le intentamos ayudar. Pero al tirar con fuerza, el arco se vino abajo. Imaginaos la escena, un hombre con traje, y yo, vestido con mi uniforme azul con corbata amarilla, en el suelo. Un piolín enorme de peluche encima de nosotros, voceando una colección de tacos con acento castizo. Un arco detector de metales encima de todos, pitando como un loco. Y para rizar el rizo, vino su compañero, otro piolin, gritándole donde estaba la impresora

- ¡¡ Y que coño quieres que haga, ¿ponerme a volar?!! - gritó furibundo el piolin aplasta porrones

Los gilí puertas de los policías (que ya podían haber deducido que el piolín no pasaría por el arco detector de metales) se molestaron en ayudarnos (después de hurgarse por ciento una habas vez la nariz). Y conseguimos llegar cada uno a nuestros estans.

Cuando llegue a mi estan, me preguntaron porque me había retrasado tanto. No me atreví a contarles la verdad. Por cierto, los piolins estaban en un estan muy chulo, vendiendo un sinfín de artículos y joyas con el piolín como protagonista. Fui a verles en un momento que fui al lavabo. Me comentaron que desde el percance, ya no tenían que pasar por el detector de metales, pero que era un rollo porque les cacheaban a conciencia. Me partía el culo solo de imaginármelo.

Mi uniforme era un asco, porque la gente me confundía con un trabajador de la feria, y me preguntaban sinfín de cosas: Donde estaba el lavabo, como podía salir del recinto sin tener que atravesar todos los estans de bisutex, si había un cajero para cargar la tarjeta del móvil...si hasta me preguntaron si había máquina de condones en la feria!!!. Estuve tentado de decirle que se fuera al expositor de los piolins, que seguro que allí encontraría alguno, eso si, con forma de canario cabezón.

Estar en un estan es un poco coñazo. Mientras atiendes a la gente se pasa bien, pero en los momentos en que no pasa nadie, te aburres más que un niño viendo maripopins. En uno de esos momentos de pesadez, apareció un viajante portugués. Era gordito, bajo de estatura, medio calvo, y con cara de rata. Se me quedó mirando fijamente y me señaló la pantalla del ordenador (yo estaba vendiendo un programa de gestión de joyería). Le pregunté que deseaba, pero el seguía señalando la pantalla del ordenador. Intenté gesticular alguna frase en inglés, pero el erre que erre con la pantalla. Yo no sabía ya que hacer para que me indicara lo que quería, pero el solo se limitaba a mirarme y señalar la pantalla del ordenador. Cogí un papel y un lápiz, pero cuando se lo ofrecí, el hombre se marchó. Pasaron unos minutos y el señor apareció de nuevo acompañado de una mujer, el viajante señalo la pantalla mientras hablaba con ella en un portugués muy cerrado. Al final la mujer sonrió y se acercó a mí. Y me dijo

- El señor Miguel me pregunta cuanto cuesta esta pantalla
- Unos doscientos euros, más o menos
- Pues nos la llevamos
- jejeje, es que no está en venta, es solo para mostrar el programa. Además, es una pantalla usada
- Da igual, el señor Miguel la quiere
- Bueno, si quiere una pantalla igual, me hace un pedido y se la enviamos donde quiera
- Lo siento, la quiere ahora
- Pero no lo entiende, esta pantalla la uso para mostrar el programa, si la vendo, me quedo sin...EY!!!

Mientras estaba hablando con la secretaria, el señor Miguel se estaba llevando MI PANTALLA!! añlksfañlsdkfjañlskdjfñ. Joder, en ese momento hable un portugués con acento, y eso que no tengo ni zorra de portugués.

Si las horas previas a la apertura son espectaculares, las de cierre también tienen un encanto especial. En pocos minutos los estans se vacían por arte de magia. Todo el género se esconde, todo el mobiliario, todo el atrezzo. La gente se desplaza por los pasillos mucho más calmada, arrastrando los tratos con pesadez, y las luces se apagan. En esas horas, ni los piolines son cacheados.



albert - 21:52

 

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