EL ANGAR DEL PORRON MILENARIO

 
             

   
 
 

lunes, agosto 30, 2004

 
LA VERDAD ES TRIDIMENSIONAL

Ayer estava en una estación de autobuses. Iva a casa de una amiga para pasar el día. LLegué un cuarto de hora antes a la estación, eran las 8,45, domingo y en agosto. Me entró un ataque de pánico al observar que no había NADA. Ni autobuses, ni gente, ni movimiento...nada. No soporto sentir que estoy haciendo el ridículo porque me he equivocado. Pero finalmente lleguó el autobús, y no se como, salieron enjambres de personas de todos los rincones (los muy puñetereros se escondían, jejeje).

Me senté en la fila siete, muy cerca del conductor. Las personas iban entrando y se iban sentando. Pero entonces llegó una marroquí, vestida típica, pero con traje que parecía de alta costura. Con sus talones, su bolso de marca...muy fasión. Y su delgadez hacían más esvelto el traje. Entonces ella preguntó muy correctamente al conductor.

- ¿Pasa por el Bruc el autocar?
- No, solo entra por el lateral
- Nooooooo!!! medio gritó ella, aterrrorizada ante la espectativa de no poder llegar donde ella quería. Luego añadió - ¿No pasa por el centro? - y se quedó mirando al conductor esperando una solución. Pero el conductor, muy bordemente y casi gritando le dijo
- ¿Que no me entiende? Por el lateral!!!

La muchacha entró aturdida y se sentó.

Luego se acercó otro musulman y le pregutó cuando salian por la tarde los próximos autobuses a Barcelona. Pero el conductor muy bordemente le dijo otra vez chillando que mirase en la pared de la estación, en lugar de decir, cuatro, cinco, seis, siete y nueve.

La primera sensación que tuve es que era un racista. Pero con mi manía de ir más allá, pense que, a lo mejor, esa reacción era debida a que el conductor había tenido algún percance con algún musulman, y reaccionaba así delante de todos ellos. Más que por racismo, por miedo a que se repitiera una experiencia anterior.

Cuando llegamos a Martorell, entró una señora simpatiquísima que dijo

- Ida y vuelta a Barcelona
- Solo hay ida

Y entonces la señora empezó a alargar la conversación, haciendo una broma simpática sobre el ir y el venir. Pero el conductor le respondió secamente, y la mujer dejó de intentar meter más conversación. Entonces yo pensé que el bordismo de antes no era fruto de el racismo ni el miedo, sinó de que hoy tenía un mal día.

Justo al arrancar el autobus, un hombre gritó que parara, que se había dejado el paraguas. El conductor ni rechistó, paró en seco, el señor corrió a buscarlo, y al subir fue hasta amable con el señor del paraguas. -Vaya- pensé yo - Esto desmonta mi deducción -

Estube pensando todo el rato de la razón por la que se comportaba muy bordemente con algunas personas, y muy amablemente con otras. Y al final se me encendió la luz. El conductor lo único que hacía era quitarse de encima a todas las personas que impedían que el autobus cumpliese su horario, y, en canvio, trataba bien a las que no lo hacían intencionadamente (con preguntas, conversaciones futiles, ect.)

Todo y así, hay maneras y maneras. Y ese conductor me cayó fatal. Ahora bien, la lectura de todo esto es que, a veces, otorgamos medallas muy facilmente sin reflexionar, sin analizar y sin pensar. Por eso nos equivocamos tanto.



albert - 13:19

 

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