EL ANGAR DEL PORRON MILENARIO

 
             

   
 
 

viernes, mayo 14, 2004

 
TERCERO DE BUP


Me pasé casi veinticuatro años estudiando (es un decir), pero con todo este tiempo, solo he conseguido convertir tres "compañeros" en "amigos". Pero la razón no es porque haya sido tímido, ni raro, ni incomprendido, ni que mi item caracterológico fuese incompatible con el del resto de la clase. Lo que pasaba es que tenía una pequeña y tonta manía de repetir los cursos. (Supongo que el hecho que no estudiaba era la causa, pero es solo una hipótesis)

De todos los colegios, institutos y centros para guardar adolescentes (llamados también centros de FP) que he estado, recuerdo con nostalgia dos cursos: El tercero de BUP que repetí y tercero de FP.

Pero ahora toca hablar de aquella clase de tercero de BUP.

Había siete clases de tercero de BUP con cuarenta alumnos cada una. Pero, por una extraña jugarreta del destino, a todos los repetidores, los maleantes, las marimacho, los macarras, los jonkies, los skins y un largo etcetera de escoria social, nos concentraron en una sola clase. Evidentemente, con este panorama, esa clase era alcatraz.

Para que os hagáis una idea, el primer día que llegué a la clase (tarde, como siempre) solo entrar, todos los repetidores me gritaron al unísono

-¡¡¡¿¿TU TAMBIEN??!!!

Y acto seguido me bombardearon con tizas, borradores, libretas, bolis...y no me lanzaron las baldosas del suelo porque estaban fijas. Mientras hacían eso me decían

- Fuera, fuera, ya solo nos faltaba un maricón

Yo contraataque con todos los objetos que encontré a mi alcance. Y al final, toda la clase en una batalla campal...hasta que llegó la pobre profesora de ingles, que al ver que la clase parecía una fábrica de yeso, se abalanzó sobre las ventanas y las abrió todas mientras gritaba como posesa.

- BASTA, BASTA, BASTA!!

Lo de lanzar las cosas se puso de moda, y es buena la anécdota en que la profesora de catalán pidió inocentemente un boli porque el suyo se había secado...y la bombardearon con doscientos bolis. (La profesora se quedó petrificada en su silla viendo caer bolis encima de su mesa)

La clase estaba en una planta baja, y desde el patio podías entrar y salir por las ventanas. De esta manera, ya os podéis imaginar por donde entrábamos el 50% de los alumnos de la clase. Y en verano eso parecía el bar del cole, entrando y saliendo gente por los ventanales, incluso en medio de una clase. Era también muy normal que en algunas clases hubiese gente que no pertenecía a ellas. Me gustaba ese ambiente bohemio, despreocupado, casi utópico. En el resto de las clases de BUP, los profesores daban las lecciones en el modo estándar. Pero en la nuestra, se sentaban entre nosotros, en el suelo o en las ventanas; explicaban cosas que a lo mejor no tenían que ver nada con la lección; y en algunas ocasiones nos contaban cosas de su vida. Era corriente ver a un grupo de alumnos rodear al profesor, mientras los demás estábamos en la clase como pedro por su casa. Incluso me acuerdo que un día muy caluroso de junio, venimos unos cuantos vestidos de bañador (habíamos ido a la piscina del insti.)

Pero, pero, pero, teníamos un profesor que no soportaba ese desmadre...EL PROFESOR DE MATES.


Evidentemente a ese profesor se la teníamos jurada, y un día tramamos un plan magistral. Estábamos dando trigonometría, y se empecinó en que teníamos que demostrar lo aprendido con un ejemplo práctico. (Medir árboles, coches y burradas de esas).

Al día siguiente, el profesor entró en la clase, y casi le da un cólico al contemplar nuestro ejemplo práctico.

Pusimos todas las mesas formando la pirámide de zoser. En la base había doce mesas, encima había seis, luego dos, y luego una. Y nosotros sentados a los lados.
El profesor nos dijo.

- ¿Y esto?

Y uno de los punkis que había en la clase (que podía ser punky, pero era de los que sacaban mejor nota) con un morro que se lo pisaba, le dijo con la más absoluta de las pachorras

- Mire señor profesor, esta pirámide mide en su base ocho metros cincuenta, con esto y sabiendo que el ángulo es de 90 grados, y aplicando el seno del...

Al profesor le cogió un ataque de rabia que casi se le salió el peluquín que lucía. Se marchó disparado de la clase y volvió con el director. Pero cuando llegó, casi se traga el peluquín, habíamos conseguido poner las mesas otra vez en su sitio, las sillas delante, nosotros sentados y con los libros, bolis y material diverso colocado perfectamente encima.

Susodicho elemento nos cateó a todos el trimestre. Pero el muy burro no pensó que al hacer esto, todos los padres protestarían (cuarenta x dos = ochenta padres) y aunque algunos padres le dieron la razón, fue acosado por parte de media docena de parientes durante el resto del trimestre.

Al siguiente trimestre el profesor dejó el colegio (que malos que somos, jejejeje), y la substituta fue tan enrollada como el resto de profesores. Curiosamente, fuimos la clase con menos suspensos de tercero de BUP. Y el punky que se llamaba Pere, ahora trabaja en Alemania en noseque de química. (Ahora ya no es punky).

Bueno, lo dejo aquí, pero recordad que os cuente mis anécdotas del cole, son desternillantes...Por cierto, ¿os he contado cuando la profesora de inglés intentaba entrar en clase y nosotros, desde el otro lado de la puerta, sujetábamos el pomo para que no pudiese abrir, y al final forcejeamos tanto que las bisagras cedieron y la puerta...?

Otro día, otro día.





albert - 22:01

 

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