EL ANGAR DEL PORRON MILENARIO

 
             

   
 
 

domingo, mayo 23, 2004

 
BESOS CON COCACOLA

La noche del viernes al sábado estuve en Barcelona. Después de reunirme con algunos amigos, nos dirigimos a una discoteca-pub (no se si ahora se llaman así, pero me la suda lo que fuese).

La susodicha discoteca se llama "Santa Locura". Es de esos antros que no dejan pasar a todo el mundo, y el derecho de admisión es tan aleatorio como una declaración de la Carmen Ordóñez. Pero una vez dentro, te das cuenta que no es tan aleatorio como parece, de hecho solo encuentras a tres tipos de gente: Muy guapos con cuerpos de infarto, que tienen una visión de sexo tan amplia como la teoría del big bang, y con un desarrollo mental aun en fase de ameba. Muy fashion, con lo último de lo último que se lleva, que hablan con un particular dialecto lleno de "guays", "stupendos" y "fantásticos", y con el mismo desarrollo mental que los guapos, pero con una ameba de color naranja (que este año es de lo más "in"). Y finalmente algún treinteañero anodino, que supongo yo que lo han dejado pasar para que:

a) El antro no parezca un puticlub de modistas con cerebro de ameba
b) Para obtener algún beneficio económico (porque pueden ser asquerosos discriminadores, pero idiotas no)

Yo no entré por guapo, y aunque visto bastante a la última, nada que ver con los equilibrios estilistas que encontré dentro. Así que lo más seguro es que entré como "cupo de treinteañero con pasta"

La primera cosa que me encontré justo entrar fue una enorme barra de bar. El primer camarero era una "hembra" con una característica física que destacaba sobre las demás...tetas. La verdad es que las otras partes de su cuerpo hacían juego con las mamas, pero para algunos hombres ese detalle hacia tiempo que pasó a mejor vida y seguían las protuberancias mamarias como si de un partido de tenis se tratara. El segundo camarero era un chico que, creo yo, llegó tarde a trabajar, por esa razón salió disparado de su casa y dejó de hacer una cosa muy importante...vestirse. El tercer barman era otra chica que, si eras lo suficientemente chica como para evitar a "la hembra", y lo suficientemente gilipollas para no reparar en el descuido del camarero, te servía una copa.

A diferencia de muchas discotecas en las que he estado, en esta destacaba la increíble cantidad de empleados que, además de hacer de barmans, de recoge vasos, de gogos, etc., etc... Se rompían los cuernos para que el ambiente no decayera. Están constantemente haciendo espectáculo, animando la gente con "congas" (a las que odio con todo mi ser) de bailar desnudos para placer de los clientes, y desgañitándose anunciando

- La primera tía que se llame Leticia, que suba aquí y le regalaré una consumición...y de paso le meteré mano, le cogeré el número de teléfono y me la cepillaré a la salida-

Otra curiosidad es que había una chica por cada cinco chicos. Según mi amiga Siringa, había muchos gays. Pero yo pienso que estaba equivocada, que lo único que sucedía era que las chicas al ver a "la hembra" atrapando todo macho viviente que entraba, se marchaban cabreadas.

Pedí mi consumición, un vodka con cocacola, pero la chica que hacía de barman solo me sirvió una cocacola. Estuve apunto de llamarle la atención sobre el descuido, pero pensé que una chica a la que obligan a vestirse con un taparrabos, un velo de novia y una cinta para hacer coletas a modo de sostén, no se merecía una queja. Esta misma camarera resulta que tenía el novio trabajando en la misma discoteca, era uno de los recojevasos-animadores. En un momento de menos trabajo, el novio se acerco donde estaba ella y le dio un beso, quería marcharse pero se volvía a acercar y le daba otro, otra vez se alejaba, pero volvía a por otro. Se pasaron como diez minutos intentando que ese beso fuera el último.

Que bonitos son los besos cuando se dan con amor, aunque estés en un antro lleno de amebas con gomina, aunque te obliguen a vestir como la novia de tarzán después de una operación de silicona, aunque la música de fondo sea el odelina, aunque tus clientes sean dos travestís tan grandes como las estatuas del valle de los caídos, aunque tu novio tenga que magrear a todas las tías que le pellizquen el culo, aunque el aire sea tan asfixiante que salgas de allí con el suficiente alquitrán para asfaltar la gran vía, aunque el mundo sea la mierda que es.

La próxima vez pediré una cocacola con beso enamorado, quien sabe, a lo mejor me la sirven...pero lo más seguro es que nuevamente me sirvan solamente la cocacola.



albert - 21:55

 

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