EL ANGAR DEL PORRON MILENARIO

 
             

   
 
 

viernes, diciembre 26, 2003

 
LA MISA DEL GALLO

El día de noche buena fuimos a casa de mi madre. Ella es gran cocinera i guisa para doscientas personas, pero solo somos 9. (Los números nunca fueron su fuerte). En esta comida navideña siempre hacemos acopio de nuestros recuerdos más desternillanes y, claro está, nunca puede faltar la anécdota de la misa del gallo.

Era una navidad del año 92 (el de las olimpiadas por si hay alguien que no se acuerda). La cena fue en casa de mi hermana. La mesa estaba llena de centollos, nécoras, gambas, langostinos, una peacholangosta...vamos, que una parte de la costa gallega se quedó sin ecosistema para apaciguar nuestra lujuria. Cuando terminamos, nos dimos cuenta que eran casi las doce. Mi madre es muy de misa, y mi hermana pensó que le haría mucha ilusión ir a la misa del gallo que hacen en la iglesia de la "Sagrada familia" de Igualada. Esta misa es muy bonita porque hay un coro con guitarras, porque adornan toda la iglesia con un enorme pesebre, porque va mogollón de gente, porque es muy "tipical Catalanis".

Así pues, mi hermana, mi madre, yo y mi sobrino grande (que por aquel entonces era pequeñito) nos fuimos hacia la iglesia. Diré que traíamos un pedo de narices (mi madre inclusive) y aunque hacia un frío del copón, nosotros sin bufanda ni nada. Nos costó un huevo aparcar, y cuando entramos a la iglesia, comprobamos que no cabía ni un alfiler. Nos quedamos de pie en la parte de detrás.

La iglesia de la sagrada familia tiene forma de teatro griego (es de esas de diseño moderno). Así pues, el altar queda debajo y las sillas se distribuyen como gradas de un estadio. Eso permite ver todo desde todos los ángulos. (Felicito al arquitecto).

Con el pedo que traíamos, la música de navidad, las tenues luces y el rum, rum de la gente, no podíamos parar de bostezar. De pronto, una cola se monta delante del altar. Yo pregunto que pasa y mi madre me dice que son la gente que van a adorar al niño Jesús. Efectivamente, el párroco cogió una figurita...figurón mejor dicho, y se acercó a la cola. Luego, uno a uno, la gente daba un beso en los pies, o en las manos, o en su mano y luego la acercaban al niño.

Pues bien, mi hermana que se estaba quedando cao, me cogió por la mano y me dijo

- Anda, vamos a adorar al niño
- ¿Por qué?- dije yo
- Porque como continué aquí, me quedo frita

Hicimos la cola de rigor, muy concentraditos nosotros, y cuando faltan cuatro personas para llegar al Jesús de porcelana. Mi hermana se gira en redondo con cara de pánico y me dice

- ¿Tienes dinero?
- No, ¿Para que quieres ahora dinero?
- Mierda!!
- ¿Mierda?
- Tío, que hay que dar una voluntad
- ¿QUE?
- siiii, mira

Jopé, se me cayeron los cojones al suelo. Todos los que besaban al niño dejaban dinero en un cazo que estaba justo a los pies del párroco. Intentamos salir de la cola, pero claro, tooooddoo el mundo nos estaba mirando (un anfiteatro entero...ODIO AL ARQUITECTO). Y además, como había tanta gente, la única salida era por delante del párroco. Pero sucedió algo increíble, la persona que estaba delante de mi hermana no dejó nada en el cesto. Entonces mi hermana, con unos reflejos dignos de spiderman, besó rapidísimamente al niño de porcelana y salió follada de allí. Pero yo no pude correr tanto, así pues, bese con toda la parsimonia del mundo y me largué con la máxima pachorra que pude (¿Que podía hacer si no?). Pero el párroco ese no era imbecil, se dio cuenta que las dos personas anteriores no pusieron nada en el cesto, y al ver que yo tampoco lo hacía, me persiguió con la mirada más furibunda que os podáis imaginar. Su mirada era de tanta rabia, que no se dio cuenta que detrás mío había una pobre mujer con su niño. De pronto la mujer dice al párroco que aun me estaba persiguiendo con su maldición visual.

- Perdón, ¿Puede bajar la figura?, es que mi niño no llega.
- Oh,oh,oh, perdón, claro, claro

Yo continué caminando más rojo que un tomate pidiendo a dios me abriera el suelo como hizo con el nilo y me dejara esconderme dentro. Cuando llegué donde estaba mi hermana y mi madre, las vi a las dos a carcajada pelada. No las insulté porque estábamos en casa del señor, pero sujeté mentalmente el cirio que teníamos allí mismo. (Las hubiese atizado a las dos con saña).

Mi sobrino se me quedó mirando, y me dijo con voz preocupada.

- ¿Hace daño?
- ¿El que?- le contesté con cara de extrañeza
- Besar al niño Jesús
- ¿Pero por que tiene que hacer daño?
- Porque mama dice que nos marchemos, que ya hemos sufrido bastante
- Tu madre tiene razón

Joder, cuando llegamos a casa, nos reíamos tanto, que mi padre y mi cuñado (que tienen alergia a las iglesias) prometieron que el próximo año vendrían con nosotros a la misa del gallo. Por mi, pueden ir, pero yo no vuelvo jamás.



albert - 13:44

 

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