EXPEDIENTE "TAM" tercera parte


No se si fue un experimento para medir nuestro grado de resistencia al dolor o, por el contrario, fue el merecido castigo a nuestra resistencia a cooperar en los experimentos. Pero, sin duda, la experiencia fue traumática.

Era de noche y las calles de Lleida estaban desiertas. Las tenues luces de las farolas enrojecían el ambiente y lo llenaban de un extraño alo de misterio. Los extraterrestres nos arrastraron como rebaño de borregos hasta llegar a una extraña casa y nos dijeron que teníamos que entrar.

- Ahora ya sé quien compra los productos de la tele-tienda – dije yo al contemplar la colección más grande que jamás un ser humano aya visto de esos objetos. Estaban todos, absolutamente todos. Yo intenté rezagarme un poquito para evitar entrar, pero el gran extraterrestre me obligó con una contundente palabra.

- Lo siento, es aquí el restaurante, no hay otro –

Yo me aferré a la pared, intentaba resistirme, pero los hambrientos abducidos me arrastraban a su interior. Casi pierdo el sentido al ver esa combinación de puertas de madera de pino con baldosas del suelo puesto en la pared. Somieres de cama empotrados en el techo a modo de lámpara sujetando bolas de discoteca trillada, faros de coche y linternas del “todo a cien”. Fosforescentes rótulos de calle estaban puestos en el interior a modo de cenefa. Paredes falsas de poliuretano asemejando ladrillos se alargaban por el presunto comedor, rematando sus contornos con botellas “tuticolori”.

-Tengo que vomitar, tengo que vomitar – decía yo mientras corría raudo a encontrar los aseos. Entré precipitadamente al cuarto de baño y me puse a vomitar con todas mis fuerzas. Al reincorporarme, vi como todo el aseo era de color rosa rematado con bóvedas de medio punto blanco sacadas del “corral de la pacheca”…No pude hacer otra cosa que volver a vomitar con más rabia.

Salí del cuarto de baño a rastras y contemplé un cuadro magnífico de paisaje trillado. Pero nada comparado con la colección de tapones de champaña colgados en la pared…Y claro, no pude resistirlo y volví a entrar al aseo para sacar de nuevo las tripas. Volví a reincorporarme y volví a ver los detalles rosas del cuarto de baño. Otra vez a vomitar. Y así me pase toda la noche. Salí del local saludando al duende de obra pintado con temperas que estaba en una repisita (siiiiii, había uno, en la entrada, muy pequeñito, ¿No lo visteis?) y juré que nunca más volvería a sufrir cosa semejante. Iluso de mí, no sabía que los extraterrestres nos volverían a llevar a ese restaurante.

Exhausto, y ya en mi cubículo, me dirigí a la cama, me puse mi pijamita y…

POMMMMMM!!!!
- Sssiiiiiiiii –
- jajajajajaja-
- DEJADME ENTRAR MARICONESSSS!!! –
- JOJOJOJOJO –
- AAAaiiihhhhh –

¿Pero que demonios pasaba, que era todo ese ruido?. Salí de mi cubículo y me horrorice al observar como un grupo de abducidos intentaban asaltar el cuartel general de los extraterrestres. El comando agazapado se dispuso a conquistar el ascensor, para llegar a la sala de experimentos alimenticios. Pero los extraterrestres para repeler el ataque lanzaron una andanada de armas de destrucción másiva sonora.

- …CULEBRAS! FOSFATINA!!! –

Pero el comando no se amilanó y conquistó el objetivo. Después, los rebeldes tomaron posesión del cubículo 202 y instauraron un gobierno revolucionario. Su presidente salió al balcón y obsequió a la ciudad de Lleida con un discurso de toma de posesión memorable. Pero el único extraterrestre que en ese momento lo observaba, se quedó petrificado al contemplar tan magno discurso.

Yo me volví a mi cubículo, me metí en la camita y decidí que no me movería hasta que la revuelta hubiese concluido.(que uno es un cobardita). La alegría se adueño del edificio de experimentos y los de la 102 lo celebraron a lo grande…por cierto, jejejeje, ¿Quién había en la 102?...

Pero los extraterrestres retomaron el control y obligaron a los alborotadores a jugar un horripilante “PARTIDO DE FUMBOL”…pero eso os lo contaré en el último episodio.