EL ANGAR DEL PORRON MILENARIO

 
             

   
 
 

viernes, septiembre 05, 2003

 
PORRONIZA COMO PUEDAS

Retomando un tema del blog de Barachan sobre los aviones, me acuerdo del día que fui a Munich en un aparato de esos. De ida fuimos en uno muy pequeñito, casi de juguete, que contrariamente a lo que se pueda pensar, fue la mar de tranquilo y casi no noté que volaba, excepto cuando el piloto se empecinaba en anunciarnos en tropocientos idiomas la altura en la que nos hallábamos. (Por la ventanilla no se podía ver nada porque era de noche y una especie de niebla empañaba el cristal).

Me acuerdo que solo había un azafato, un tanto amanerado, rellenito y con unos desconcentantes ojos transparentes, que hacia de todo. Tenía una especie de manía de entrar insistentemente en la cabina del piloto por lo que deducí que también pilotaba (eso, o que tenía algún rollete con el comandante jejeje). Y cuando intentaba repartir las chupitangas para entretener, se las veía y deseaba para maniobrar con esa barriguita...Me parece que me estoy pasando, la verdad es que era muy simpático y nos trató muy bien.

Pero, ¡AY CARMELA!, cuando volví me metieron en un descomunal boeing 747 de la lufttansa, o lufjansa, o lujansa. Cuando entré y vi ese peazo de habitación repleta de sillas a lo "estadio de fútbol" o "cinedebarrio" me quedé patidifuso. Para encontrar mi silla tuve que orientarme como si de una calle de una ciudad se tratara, incluso llegué a pensar que me había perdido irremediablemente, por lo que pregunté a una de las tropocientas azafatas que paseaban por los pasillos donde coño estaba mi asidero. Ella sonrió y me dijo que era la silla que estaba justo a mi derecha (que vergüenza, cualquiera le dice a esa señora que soy de mensa). Una vez aposentado y envuelto de gente por todas partes (a las que pise, levanté, chafe, espachurré y contusioné a placer) me preparé para el despegue.

Fue BRUTAL, que sensación de potencia y fuerza, no llegamos a Marte de milagro.

Después, las azafatas comenzaron a repartir los trastitos de siempre ofrecen (sí, también se dedicaron a gesticular lo de los chalecos salvavidas y las puertas de seguridad. Y lo hacían tan a desgana que me parece que algún día de estos caerán redondas al suelo entre soplos y giros de brazos). Cuando todos los potitos y utensilios estuvieron en su sitio, un "REEEEECCCKKKKKK" provocado por doscientas bolsas de cacahuetes abiertas al unísono se adueñó del avión. Luego unos doscientos "CRUNCH, CRUNCH" y luego unos doscientos balbuceos de gente leyendo el envoltorio...que aburrido es el avión.

Después, las azafatas sacaron los carritos de las bebidas. Pero un azofaifo se acercó a un grupo de ellas, que a su vez hablaron con otro grupo y, ante la mirada atónita de los que aún no habíamos sido atendidos, se largaron corriendo, sacaron los vasos a la gente sin terminar y lo escondieron todo en una pequeña habitación. Entonces una voz en Of. anunció en tropocientos idiomas.

- "...entramos en una zona de turbulencias que bla,bla,bla...abrochense los bla,bla,bla...y bla,bla,bla...-

Yo me pregunté que demonios era eso de las turbulencias. Hasta que me encontré, de pronto, aferrado como una salamandra a mí asidero mientras el avión botaba más que la cama de dinio. Luego virajes a la derecha, a la izquierda...estuve por decirle a una azafata.

- Me parece que ya me he hecho una idea de lo que es una turbulencia. Ahora, si es tan amable, puede decirle al piloto que deje de hacer demostraciones, por favor -

Estuvimos unos veinte minutos interminables así. Y observé como un señor se ponía de pie en un asiento. Dos azafatas y el azofaifo se acercaron para sentarle. Pero el hombre gritaba y se bamboleaba. Que tortazo señores y señoras, que tortazo. Luego apareció otro azofaifo con un ridículo botiquín. Y luego apareció una azafata con una jeringa. Y luego apareció un cura...jejejeje, el cura es producto de mi imaginación, pero es que empezaba a parecerse a aterriza como puedas.

Cuando acabó el espectáculo, mire hacia la ventanilla que estaba a mi derecha, a unas dos sillas. La señora que estaba empotrada en ella hablaba con su amiga que estaba justo a su lado. Esta amiga miró la ventana y dijo

- Pues es verdad -

Y yo, con gran curiosidad, incliné la cabeza para mirar por la ventanilla. Y a no sabéis que vi (no, superman no vuela en el espacio aéreo alemán) pues el ala del avión agitándose de lo lindo enmarcada en un horizonte de rayos descomunales. Me volví rápidamente. (No quiero verlo, no quiero verlo) y estuve apunto de subirme al asiento.

Gracias a dios, se me ocurrió mirar a mi izquierda (es curioso, te pasas una hora en un avión sin saber a quien tienes al lado por vergüenza de mirar) Había un crío de ocho años jugando al tute con su padre. (Joé, eso es autocontrol, pues nada, nada, si ellos pueden, yo también podré) Fue entretenido jugar al tute, y hubiese sido divertido si ese cabrón de niño repelente se hubiese dejado ganar alguna vez.

Mi destino era Madrid. Una vez allí tenía que coger otro avión para Barcelona y dejar el 747 que continuaba a ciudad de México. Pero cuando intenté salir, no me dejaban. Yo insistía que no iba a México, que tenía que salir para transbordar. Pero no me hacían puto caso. Después de mucho rato de insistentes súplicas y evitando a la azafata de la jeringa (no fuera caso que tuviera otra preparada para mi), pude convencerles. Ya en el pasillo pensé

- Un poco más y me veo cantando mariachis en plena plaza de las tres culturas para volver a mi casa.

Si queréis saber más sobre aviones, Avestruz tiene una entrada en el "momia" desternillante.




albert - 10:56

 

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