EL ANGAR DEL PORRON MILENARIO

 
             

   
 
 

lunes, agosto 04, 2003

 
METIENDO UNA MOTO EN UN HORMIGUERO

Con el corazón en la mano os puedo jurar que las motos no se han hecho para mi. No discutiré que es un invento genial, que son muy prácticas, que si tienen caballos son una pasada, y que si encima son jarley davinson, warley dabinson, harley parkinson (o como coño se escriba el nombre de esos trastos) pueden ser la ostia patatera. Pero yo tengo alergia a las motos y desde hoy más todavía.

Me parece que eran las ocho de la tarde y me encontré a mi cuñado con una scooter nuevecita. Era un capricho de moto, con sus faros de diseño, un mango sicodélico, un sillín anatómico...vamos, que apetecía montar en ella…y vamos, que ya estaba encima. Entonces mi cuñado me dijo

- Anda, date una vuelta

Pero yo me negué en redondo. (Nunca he tenido una moto y menos conducido). Pero él insistió, e insistió, e insistió hasta que me convenció (serviría para anunciante de tele tienda).

Pues nada, le di al pedal y la cosa marchó despacito, despacito. Mi cuñado me gritó que o le daba más caña o las hormigas me cogerían y me llevarían a su hormiguero. Os imagináis a un millón de hormigas intentando meteros en un hormiguero con moto y todo…apreté el pedal hasta el fondo.

Y la cosa se embaló de lo lindo (quien lo diría, una cosa tan pequeña la velocidad que llega a coger) pero la sensación fue guay. Entonces mi primo comenzó a agitar los brazos con fuerza mientras me gritaba algo ininteligible. Yo pensaba que felicitaba mi proeza. Pero, muy a mi pesar, descubrí que no era eso. Lo que intentaba decirme con tan eufóricos movimientos es que…estaba circulando en contra dirección. Nunca he pretendido ser un fakir, pero os aseguro que me faltó muy poco para convertirme en el más grande de la historia.

“FAKIR IGUALADINO SE COME UN SEAT MARBELLA CON TRES OCUPANTES Y EL PERRO”

uuuuyyyyy, me falto una mijina.

Con los nervios no encontraba el pedal del freno. Me subí a la acera y empecé a tragarme hojas de árboles (esos jardineros municipales nunca han sabido podar) y atropellé algo (¿un perro? ¿Una lagartija? ¿Un bolso desbocado? ). Al fin descubrí el freno y lo pisé con avidez, pero me precipité. La moto hizo un trompocito y me caí en una magnifica cabriola. Ya en el suelo y con los cojones de corbata, solo podía pensar

-Uy mi cuñado, uy mi cuñado… me va ha matar –

Pero mi cuñado se acercó con un autentico ataque de risa y pegándose tortazos en la barriga para poder parar.

mmmmm…no me gustan, las odio…y también odio el imbécil que diseñó esa moto. A quien se le ocurre pintar el pedal del freno de color rosa, con el asco que me da ese color, con razón no lo pisaba.




albert - 11:50

 

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