EL ANGAR DEL PORRON MILENARIO

 
             

   
 
 

domingo, marzo 30, 2003

 
Esa lluvia que nos vuelve gilipollas

Yo jamás he tenido un paraguas, lo juro por Snoopy. Y os podeis preguntar -¿Y como se resguarda usted de la lluvia?-. Pues la respuesta es sencilla, yo siempre he utilizado un utensilio que teoricamente sirve para lo mismo... teoricamente porque, a la práctica, te mojas muchísimo más que si no lo llevaras. El artilugio en cuestion se llama TULIPAN.

Los he tenido de todos los colores y formas: pequeños, grandes, con pistilo puntiagudo o completamente capados, estampados, a rallas, a cuadros, con puntos. Incluso huvo una temporada que llebava tulipanes de Andorra (Importación total, ¡chupate esa!). Eran tan sofisticados que, no contentos con conseguir una forma de tulipan al acto, se separaban del tallo para que la polinización fuera total. (Aun recuerdo cuando perseguía la corola por la calle, ante la mirada mofa de la gente, intentando volver a unirlo al tallo. Y es que uno es muy respetuoso con el medio ambiente y no permito que una especie no autoctona se reproduzca en este pais). Actualmente soy un adorador del tulipan negro.

Sin ir más lejos, este miercoles que llovía tanto, utilicé uno muy bonito. Salí a la calle y apreté el boton. Me mosqueé al contemplar como mi tulipan adoptaba una forma de seta muy poco estética. Me lo puse en la cabeza...un golpe de viento y alehop!, ya tenía un precioso tulipan negro. (gracias viento, eres un sol). Pero lo cerré, de todas formas, tampoco llovía tanto.

Solo caminé una recta y al doblar la esquina sentí en mi cuerpo la teoría del charco. La mencionada teoría dice así:

El volumen de un charco es directamente proporcional a la velocidad con la que un coche pasará por encima y te empapará con más agua que la que necesita toda Murcia en un año, e inversamente proporcional al tamaño del cerebro del orangutan que lo conduce. A lo que a más volumen, más velocidad y menos cerebro.

El charco era inmenso, la velocidad del corsa fue, en consecuencia, igual a la que necesita el columbia para salir de la atmósfera, y podeis imaginar el pedazo garrulo que contenía ese coche. Repasé toda la biblia del insulto sin dejarme ni una sola de las palabras que contiene, ni una sola.

Y es que la lluvia nos vuelve gilipollas a todos. Gente que va andando a trabajar porque vive muy cerca de el , cuando llueve, coge el coche como si el agua de lluvia fuera acida y destruyera su cuerpo. (eso si conducen, también es muy común intentar convencer a tu pareja, hijo o familiar para que los "acerques"). Y teniendo en cuenta que la lluvia es acida, tienen que conducir el doble o el triple de rápido no sea que se les funda el utilitario. Y entre que sacan el coche de la cochera, meten a los familiares "para acercar" dentro, cierras la puerta del garaje y esquivas los niños que van al colegio (porque tiene narices que, siempre que llueve, hay niños que van al colegio, corriendo y con paraguas saca-ojos) se mojan todavía más.

Pero, de todas formas me gusta la lluvia, verla caer me fascina, sentir como llena mi tulipan, moja mis zapatos, empapa los pantalones...- Albert, eres un gilipollas -

albert - 15:29

 

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