EL ANGAR DEL PORRON MILENARIO

 
             

   
 
 

miércoles, febrero 26, 2003

 
Puta nieve

He observado que hay personas a los que les encanta la nieve. Que si les recuerda la niñez, que si les da paz y tranquilidad, que si es un regalo, que si...que si... QUE NO. La nieve es bonita cuando estas de vacaciones, o en fin de semana, o cuando aparece y desaparece con rapidez ( justo para decir ¡Oh! que bonito y sanseacabó). Pero cuando nieva en horario laboral es una gran, enorme, monumental, megagalactica MIERDA. ¿Que porque digo esto?. Porque yo soy de Igualada donde un 15 de diciembre del 2001 ¡CAYO UNA NEVADA QUE TE CAGAS!. Salimos por la tele (es curioso que nuestra ciudad solo salga en la tele cuando pasa una desgracia). El túnel de Bruc estaba cerrado porque una de las bocas estaba taponada de la de nieve que cayo.(Y es un túnel donde diariamente pasan tantos coches como en la M30, para que os hagáis una idea). Imaginaos una ciudad de cincuenta mil habitantes absolutamente colapsada. Y vosotros pensareis...-Albert, esto no hace gracia,¿ donde esta ese sentido del humor tan ácido que te caracteriza?-... No, no me he olvidado de nada porque os contare lo que me pasó a "MI" el 15 de diciembre del 2001 . DIA internacional de los tacos (porque dije más que nunca en el resto de mi vida).

Eran las siete de la madrugada, hora a la que me tengo que levantar habitualmente (que lo consiga es otra cosa). Enciendo la luz... enciendo la luz... enciendo la luz...¿Que coño pasa ahora con la luz? (primer taco del día). Pues la luz no va. Vaya, comenzamos bien el día de mi cumpleaños (ha, se me había olvidado, el día de la gran nevada resultó ser el día de mi cumpleaños, y es que Dios tiene un sentido del humor muy cáustico).

Me pegué unas doscientas hostias, me lavé los dientes con escupitajos del grifo, no os digo como me las ingenié para que el zurullo que me salió del esfínter pasara por el water (porque, como ustedes muy bien saben, cuando no hay luz...no hay agua, y cuando no hay agua...no hay glu,glu,glu del water). Y como mi cuarto de baño no tiene luz exterior... me peiné por intuición y me salió TINA TURNER en sus mejores momentos. Pasé olímpicamente de afeitarme y de ducharme (jajajajaja, ducharme con un sifón y a oscuras...noooooo, que uno tiene su dignidad).

¡NO TENIA VELAS! que pasa, ¿Es que a uno no se le puede olvidar comprar velas o que?...no, tampoco tenía pilas para la linterna y dejad de insistir ya.

Continuemos. Bajé las escaleras medio zombie aun, abrí la puerta y... -COÑO, COÑO,COÑO ...PERO,PERO,PERO... QUE HA PASADO AQUIIIIIIII- Jamás, repito, jamás en mi vida había visto tanta nieve junta. Era algo que si lo cuento no os lo creéis. Había tanta que los coches habían desaparecido literalmente de la calle sepultados entre toneladas de nieve. La calle era una alfombra de nieve impoluta, inmaculada, sin arrugas, PERFECTA. Me emocioné tanto que casi se me saltan las lágrimas de la cara. QUE BONITO.

Bajé los escalones que me separan de la acera y... - uy, Albert, aquí hay algo que no funciona- La nieve me llegaba a las cejas, intenté dar un paso y lo único que conseguí es que los agujeros de la nariz, los de las orejas, la boca y las pestañas se me llenaran de nieve. Una vocecita interior me dijo - Noooo Luk, así nooooo, usa la fuerza - pero ni así.
Decidí, con una inteligencia que roza la genialidad, que no era un buen día para ir a trabajar. Subí otra vez las escaleras y llame a mi jefe. Y EL MUY CERDO ME DIJO QUE SI EL HABIA CONSEGUIDO LLEGAR, QUE YO TAMBIEN . Cuando colgué el teléfono, un trozó de nieve gigante cayo de la montaña al oír el taco más grande que un ser humano aya jamás oído. Pero bueno, en fin, si los alemanes lo soportaron en stalingrado, un servidor haría la misma proeza.

Para hacer quinientos metros tardé como quince minutos. Llegué a la zona donde los quitanieves (jajajaja, quitanieves digo, era un tractor con una plancha de acero) habían pasado. Un servidor parecía un pastelito de merengue y, después de sacudirse lo que se come, mi mente pensó.- Uagh, ya esta -. Y justo al decir esto, dos toneladas de nieve me caen encima. Miré hacia el cielo pensando -No puede ser, la nieve no cae de esa manera del cielo, por algo se inventaron los copos - Y descubrí que un abuelo hijo de la... (Albert, no te embales, no te embales)...estaba quitando la nieve de su terraza. El señor servidor volvía a parecer una mus de nata. Otra vez a sacudirse.

Las aceras estaban impracticables y las personas teníamos que caminar por el arcen. Al hacer esto, nos veíamos obligados a esquivar los todo terrenos acabados de estrenar que los pijos nos mostraban ( PIJO + NIEVE = ORGASMO). Y lo peor de todo era esquivar las bolas que los niños se tiravan entre ellos (DOS BOLAS ENORMES SE ESTAMPARON EN MI CARA, DOS, DOS,) Pero el Señor Albert se tranquilizó.

El puente fue la experiencia más desagradable que me ha pasado nunca en mi vida. Con la nieve, la acera había subido un metro de su nivel habitual y las barandillas habían desaparecido debajo. Imaginaros pues la sensación de un puente sin barandillas, con el suelo resbaladizo y toques de viento aquí y allí. NUNCA MAIS. Una mujer gordísima se cayó al suelo y empezó a rodar como una peonza. La intente parar y lo único que conseguí es caerme yo también. Se me agarro y comenzamos a acercarnos al borde del puente. OIGGG, que mal rato pase. Y para postre, como la nieve se fundía, el suelo se llenaba de una especie de barro asqueroso del que quedé impregnado por completo.

Cuando llegué a la tienda, parecía un poskito. Y el cabrón de mi jefe se le ocurre hacerme la observación que tenía que acicalarme un poco. Si no hubiese tenido en esos momentos las manos congeladas, le estrangulo, lo juro.

Los pocos clientes que entraban en la tienda decían - Oh! quina nevadaaaaaaa- (eso demuestra que su inteligencia roza la perfección). De tanto en tanto se oía un PATACHOFFF en el exterior y, en más de una ocasión, teníamos que hacer los primeros auxilios a una persona de la tercera edad. (como primeros auxilios me refiero a levantarlo, decirle si se encontraba bien y recogerle el zapato que se le había catapultado a más de doscientos metros del lugar de la caída).

Todo esto paso no un día, sino tres putos días y, desde entonces, sentencié que la nieve es tan romántica como una mosca en un estercolero. Si no os creéis lo que cuento tengo fotos que lo corroboran.

El otro día vi a la señora del puente, desde ese percance me saluda siempre... y desde ese día a adelgazado una barbaridad... por lo visto, ella también se acojonó.

albert - 20:38

 

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